El poder de las nanas

Pocas cosas producen más placer que cantar una nana a nuestro bebé. Y, pocas nos conectan más, cuando su lenguaje, aún no ha hecho su aparición.

Pocas cosas producen más placer que cantar una nana a nuestro bebé. Y, pocas nos conectan más, cuando su lenguaje, aún no ha hecho su aparición. 

Es difícil describir la sensación de ver cómo, cualquier inquietud desaparece de su carita, cómo se va relajando con el ritmo pausado de la música y el susurro de palabras que aún no entiende, pero que le dicen que estás ahí, ofreciéndole un ambiente de seguridad plena, en la que habitar.

Las canciones de cuna son propias de todas las épocas y culturas. De hecho, la más antigua de la que se tiene constancia tiene ¡cuatro mil años! El hecho de que hayan sobrevivido, pasando de generación en generación, puede deberse, además de la insistencia en el uso de los mismos tonos, a que todas proporcionan un arrullo poético, casi hipnótico.

Lo cierto es que, proceda de donde proceda, ninguna música grabada, por muy excelentes voces y músicos que la interpreten, puede compararse con tararear una dulce melodía o, con susurrar al oído de nuestro hijo, palabras de amor, mientras el sueño acude.

¿Podríamos seguir utilizando canciones de cuna para niños que ya entienden nuestras palabras? Pues claro que sí, pero en este caso, fijaos en las letras de algunas de esas nanas. Cuando el bebé todavía no comprende nuestras palabras es la melodía, el tono, el ritmo los que destacan y producen todo lo expresado anteriormente.

Cuando ya entiende las palabras, decidamos si son éstas las que queremos recitar o preferimos seleccionar o inventar las nuestras, poniendo letra a las melodías ya conocidas. ¿Por qué os hacemos esta advertencia? Porque, en algunas de las más tradicionales, se invocan personajes que, suscitan miedos en el niño, con el objeto de que sean las nanas, las que calmen las angustias e infundan consuelo. Otras reprenden conductas infantiles, para corregirlos desde la calma cariñosa. Y, aún otras, reivindican la injusta carga de trabajo que las personas que arrullan, habitualmente las mamás, llevaban a sus espaldas.

Aunque estas intenciones tuvieran en su momento, algún sentido, para nosotros, en Nuestra Escuela Garabatos®, lo que hace de las nanas un recurso maravilloso, es utilizarlas para invitar a los más pequeños, a ir desconectando de la activación del día. Como una tierna forma de anunciar que, ha llegado el agradable momento de relajarse y dormir. De hecho, cuando nuestros niños van creciendo y llega la hora del descanso, crear un ambiente tranquilo y cariñoso les ayuda a desarrollar un buen hábito de sueño.

Finalizar las rutinas que anticipan el momento de ir a dormir, con una nana, mientras están acostados en sus cunitas (por algo se llaman canción de cuna y no canción de brazos), les regala un puente de la vigilia al sueño, tan bello que, lo guardarán en su memoria emocional, para toda la vida.

 

Animaros, si es que no lo practicáis o si lo habéis hecho poco. Disfrutaréis de una maravillosa y sencilla forma de nutrir vuestra relación y de despertar sus capacidades musicales innatas, así como su natural sentido del ritmo. Estamos seguros de que, si ellos pudieran expresároslo, os estarían muy agradecidos.

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